La última entrega del Tony ha vuelto a levantar la polémica sobre la presencia y el impacto que tienen las estrellas de Hollywood en los escenarios de Broadway. No es casual el asunto si consideramos que tres de los premios principales quedaron en manos de Denzel Washington, Scarlett Johansson y Catherine Zeta-Jones, verdaderas megaestrellas del firmamento cinematográfica.
Por Alberto Servat
Catherine Zeta-Jones en su criticada actuación durante la entrega del Tony. *
El intercambio de talentos entre el cine y el teatro siempre ha sido intenso, desconfiado, mal visto. Desde que los hermanos Lumiere dieron a conocer su invento, este acaparó la atención de los actores del mundo entero aunque no de la misma manera en todos los casos. Algunas personalidades de avanzada, incapaces de estar sujetas a las reglas de su tiempo, como Sarah Bernhardt, se pusieron al servicio del nuevo invento sin cuestionarlo. En Inglaterra el impacto fue diferente, menor. Tendría que pasar mucho tiempo para que los actores británicos consideraran seriamente al cine como una forma expresiva. En cuanto a los artistas de Nueva York -desde los grandes trágicos a las Ziegfeld Follies- todos se sintieron atraídos por el cine. Incluso la estrella máxima del Met, la soprano Geraldine Farrar, se convirtió al cine al aceptar interpretar “Carmen” (1915) en una versión muda de Cecil B. De Mille. Impresionada por la llegada que tuvo su imagen a los más recónditos parajes, aceptó interpretar otras películas que poco o nada tenían que ver con su propio arte.
La película “All About Eve” (1950) ilustra perfectamente el sentimiento constante que tuvo la gente de Broadway con respecto a las ofertas que recibían de Hollywood: excelentes sueldos por no hacer nada, películas desechables, portadas en las revistas y poco, muy poco arte. Eso sí, siempre abierta la posibilidad de volver a las tablas. Fueron muchas las personalidades teatrales que se impusieron en ambos medios (John Barrymore, José Ferrer, Matthew Broderick). Otras aceptaron los ofrecimientos de Hollywood dejando para siempre, o por mucho tiempo, su lugar en el teatro (Paul Newman, Al Pacino, Meryl Streep, Barbra Streisand). Y también hubo quienes pese a haber sido tentadas con grandes ofertas de trabajo no lograron consolidarse en la pantalla o prefirieron volver a lo suyo (Alfred Lunt, Lynn Fantanne, Tallulah Bankhead, Geraldine Page,)
Personalmente considero que dividir a los actores en teatrales y cinematográficos es absurdo. Lo que sí creo es que hay algunas que lucen mejor en un medio que en otro. En cuanto a las estrellas cinematográficas sin formación que simplemente tienen suerte aquí o allá, qué puedo decir.
Pero la situación del más reciente Tony no es nueva. Hace unos años sucedió algo parecido pero que, debido a sus protagonistas, nadie cuestionó como ahora. Glenn Close, Matthew Broderick y Ralph Fiennes obtuvieron el Tony y nadie se rasgó las vestiduras. ¿La razón? Los tres mantenían su compromiso teatral más allá de los éxitos que el cine les había reportado.
Ahora la prensa ha sido directa al atacar a los ganadores. E incluso condescendientes. Señalan que Denzel Washington y Scarlett Johansson, “pese a ser estrellas de cine”, hicieron trabajos respetables. Pero destruyeron a Catherine Zeta-Jones, reprochándole una actuación que no estaba a la medida de las circunstancias. Me parece que este ataque se refiere más bien a la performance de la actriz durante la ceremonia de entrega de los premios. Es verdad que lució nerviosa, sobreactuada… amateur. Pero nadie tomaría en serio una actuación sobre el escenario del Radio City, durante una premiación, como muestra de talento.
Es cierto que los productores de teatro en Broadway necesitan de los nombres conocidos para atraer la atención del público. Y, claro, sabemos que sin ese público masivo, que paga más de 100 dólares por un ticket, no hay obra. Pero de allí culpar a esos nombres de falta de talento únicamente porque tienen éxito en el cine, es bastante cruel y revanchista.
* Catherine Zeta-Jones interpreta la canción "Send in the Clowns", del musical "A Little Night Music", de Stephen Sondheim. Actualmente en cartelera en Nueva York.