domingo, 8 de agosto de 2010

"El celular de un hombre muerto"




Por Alberto Servat

El nuevo estreno teatral del teatro Mario Vargas Llosa, "El celular de un hombre muerto", dirigido por David Carrillo, no deja de sorprenderme por dos cosas. En primer lugar, la estructura tan tosca y caprichosa de la obra en sí misma, plagada de clichés sobre la deshumanización y tan ambiciosa que pretende sin éxito hacernos reflexionar no sólo sobre la soledad del hombre contemporáneo, sino también sobre el tráfico de órganos, el adulterio, la familia disfuncional e incluso la ausencia de fe. En segundo lugar, que una obra de esas características llegue a nuestros escenarios.

En "El celular de un hombre muerto" (Dead Man's Cell Phone), la escritora estadounidense Sarah Ruhl intenta ofrecernos sus puntos de vista sobre cientos de problemas humanos a través de una historia disparatada, aparentemente ingeniosa pero en ningún momento efectiva. La acción se inicia cuando Jean (Vanessa Saba) se encuentra en un café. De pronto, el hombre sentado en una de las mesas, muere y su teléfono celular comienza a sonar una y otra vez. Entonces, inocentemente, Jean contesta a las llamadas. Punto de partida original, es cierto, pero eso es todo. A partir de entonces presenciamos una serie de situaciones pedantes en sus discursos y en algunos momentos ridículas por la incapacidad de parecer por lo menos verosímiles dentro del universo que la obra plantea.

No hay nada en las motivaciones de Jean y sus compañeros de escena, que nos parezcan justificados desde un punto de vista dramático. Los personajes se mueven a capricho del texto. Y un texto, hay que decir también, poco inspirado y que pretende introducirnos en una serie de planteamientos íntimos sobre nuestra condición. Las frases, por ejemplo, que atacan a los teléfonos celulares y que los convierten en la metáfora de la soledad del hombre de hoy, son vacías y superficiales.

El problema al llegar a afirmar tales debilidades en el texto mismo de Ruhl nos lleva una interrogante: Es la obra tan vacía o se trata más bien de una traducción poco inspirada? No sabría decirlo por que no conozco el texto original. Pero si el desarrollo dramático es tal como aparece en el escenario, entonces no tenemos dudas sobre la procedencia de las principales debilidades de "El celular de un hombre muerto".

A partir de esto es difícil de evaluar los diferentes apartados de la producción. En el caso de las interpretaciones, por ejemplo, no encontramos un equilibrio entre tantas personalidades agrupadas caprichosamente en la trama. Vanessa Saba en el papel principal poco puede hacer por distanciarse del todo. Su Jean es demasiado ingenua y frágil como parecer real dentro de la historia. Tiene presencia y podría ser la actriz indicada para el papel de mediar una comunicación convincente con la obra misma y el resto de personajes. Lamentablemente el texto no le permite ser convincente. Lo mismo sucede con Óscar López Arias, cuya aparición en el papel del hombre muerto, pronunciando un monólogo donde revela la esencia misma de su personaje y hacia donde se dirigen los dardos de Ruhl, podría ser la pieza de resistencia de la obra. Y, pese a su aplomo y dominio de escena, poco impacto deja debido al discurso tan absurdo que se ve obligado a pronunciar.

Del resto de los actores poco podemos decir porque se mueven como caricaturas de una comedia involuntaria. Todos lucen forzados, excesivos, desordenados en el contexto en que intervienen. La dirección de David Carrillo falla al no crear vínculos sólidos entre sus actores, de manera que no hay un soporte detrás de ellos que nos convenza de un trabajo armónico.

El celular de un hombre muerto, de Sarah Ruhl. Dirigida por David Carrillo. Interpretada por Vanessa Saba, Óscar López Arias, Bertha Pancorvo, Daniela Serfaty, Gerardo García y Giselle Collao. Teatro Mario Vargas Llosa, BNP (Calle de la Poesía 160, San Borja). De jueves a domingo a las 8 p.m.



1 comentario:

Patricia del Río dijo...

Alberto, em encanta tu blog. Y de acuerdo contigo: esta obra me resultó mamarrachenta. Me pareció un texto bastante malo, aunque como tú dices habría que llerlo para saber si es culpa de la obra o de la puesta en escena.

te seguiré leyendo. beso.